lunes, 30 de julio de 2012

Veo como se me escapa esta cifra, como se me acaba el tiempo con esta edad, que ya solo estoy a unos días, y no podré volver a decir que tengo estos años. Dicen que los quince es lo mejor, y llevo esperando este año desde que tenía ocho años y planeaba con mi mejor amiga lo que haríamos con esta edad. Pero ahora voy a cumplirlos y no va a pasar nada de lo que yo había esperado. No me convertiré en una princesa ni tendré esa fiesta que yo había soñado. Porque eso es lo que hago, soñar. Esperaba ser como una chica americana por un día, encontrarme con el chico que me gusta en en esa esplendorosa fiesta de viernes, a principio de curso que coincide con mi cumpleaños. Pero ahora estoy aquí, no tengo mi cuento de hadas, no me encontraré con mi príncipe azul, no celebraré esa fiesta, porque no soy una princesa, no es principio de curso, no tengo tantos amigos para celebrarla, y esto no es una película americana. Será mejor que me convenza de que esto no es lo que yo soñé, es mucho mejor.
Mi regalo de cumpleaños: ver amanecer en la playa. Es todo lo que he pedido, y me lo van a conceder.
Y mientras tanto esperaré esas dos sorpresas que me han dicho que me darán, rodeada de la gente que quiero (aunque no sean todos), y viviré este momento que le da mil vueltas a una película americana.
 Porque las películas son eso, películas; los libros son solo eso, libros; y los sueños, sueños son.

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