viernes, 26 de octubre de 2012

Hay algo que me ha llegado al corazón, algo que me ha hecho verlo todo de otra manera.
Me has dicho que he hecho bien, que si no lo hubiera hecho me habría quedado toda la vida pensando en lo que podría haber sido, en lo que podría haber pasado.
Pienso que las cosas ocurren por una razón, que siempre hay una explicación. Y que aunque no haya sido mi mejor época, yo misma me doy cuenta de que estoy volviendo a la vida. Yo misma me doy cuenta de que me está volviendo la verdadera risa, las sonrisas sin falsedad, la mirada sincera. Porque puede ser que como dices esté tonta, aunque yo sé que me lo dices con cariño. Pero yo te puedo decir que es esa tontuna tan característica de la felicidad repentina.
Sé que hay gente que está preocupada por mi, sé que hay muchas cosas que no he hecho bien y continuo haciéndolas. Pero por una razón u otra estoy bien. Empiezo a encontrarme bien. Con ganas de vivir, con ganas de abrir los ojos al mundo y gritarle que he regresado.
Me gustaría que la gente recordara la energía que solía emanar antes de mi, esa continua sonrisa que no se esfumaba nunca, esa tontería continua que me permitía gritar y reir sin parar.
Las canciones tristes empiezan a dejar de tener sentido, el mundo empieza a abrirse.
Y por supuesto ahí estás tú. Apareciendo de la nada, ayudándome a salir de todo esto. Dices que me quieres y que no te fijaste en mi peso. Y por primera vez te he creido, por primera vez he creido a una persona al referirse a mi peso. Y con cada bocado, con cada vez que comía algo, me acordaba de ti y de todos, y todo parecía más sencillo.
Yo misma sé que no estoy curada, esto no se esfuma en una semana. Ni en un mes. Pero voy bien.
Y me gustaría que supierais que es gracias a vosotros.

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